lunes, 8 de agosto de 2016

PERLAS Y DIAMANTES


"Bai, nahi dut... papillons noirs!
Bai, nahi dut... kamapean!
I´m nahi dut... gauero musu!
Bai, nahi dut... gehiago, more!"


Curiosamente, el mayor hándicap de la escena rock euskaldun es también su mejor virtud. Al ser Euskadi es un territorio pequeño y el euskera una lengua minorizada, muchas bandas han manifestado su frustración por tocar casi siempre en los mismos lugares y no poder salir fuera más a menudo. A cambio, las relaciones entre los músicos vascos han sido siempre muy estrechas, colaborando en múltiples ocasiones, superando obstáculos de todo tipo y ideando iniciativas que difícilmente hubieran surgido en ningún otro lugar. Como cualquier sitio, dentro de la escena rock euskaldun también existen propuestas que merecen un capitulo aparte. Uno de esos grupos inclasificables podría ser Ama Say, una banda de Ortuella (Bizkaia) que destacó por facturar una alucinante mezcla de rock distorsionado con hermosas letras en euskalglish (mezcla de euskera e inglés). Los discos de Ama Say esconden una gran carga literaria, haciendo hueco a poemas de Andoni Tolosa ("Gaua"), a cuentos de Pako Aristi ("Papillons noirs"), al escritor J.D. Salinger ("Adi Holden") a novelas como "Dune", "Azukrea belazeetan" ("Dream darabil") o "Haltzak badu bihotzik" ("Lizzi") o a peliculas como "Leolo". 

Bajo el paraguas de Esan Ozenki, Ama Say debutaron con "Ikusi ditut umeak kalean ametsak akatzen" (1992). Después, la banda vizcaína editaría "No iz pop?" (1994), un mini álbum grabado en vivo en la emblemática sala Xurrut de Gorliz. El tercer disco de Ama Say, "Say ama" (1994), sonaba más oscuro, pero más pop, gracias a la colaboración de gente como Nagore, la rubia cantante de los míticos Beti Mugan. En 2008, tras trece largos años de silencio, Ama Say regresaron de nuevo para destilar "Ren fan" (2010), un disco que habían dejaron pendiente de acabar desde 1995, y "Ero Bomb" (2022). Gontzal y Karlos, además, formarían parte de otra reivindicable banda rock euskaldun, Zein?, cuyos tres golosos trabajos discográficos, "602" (2004), "Photogramak" (2006) y "Ahari-talka"(2008), ampliaron el terreno bien abonado en su día por Ama Say. 

A mediados de los años 90, en Elgoibar (Gipuzkoa, Europa), surgió un cantautor al que le gustaba actuar en bares y pequeños garitos. Como un fugaz torrente, el sonido de Zigor Gazkez recordaba al de un joven Bob Dylan euskaldun. Zigor aprendió a tocar la armónica a los ocho años y, a los catorce, consiguió una guitarra prestada para empezar a componer sus propias canciones. En Diciembre de 1995, tras ofrecer un concierto en Azkoitia como telonero del veterano John Martyn, un responsable del sello IZ se acerco hasta Zigor Gazkez. Cinco meses después, el músico vasco grababa su primer disco, "Zigor Gazkez" (1996), al lado del prometedor teclista Mikel Azpiroz. Su debut contenía catorce canciones llenas de metáforas interesantes y toques de folk rock Dylanesco. Después de actuar con éxito durante cierto tiempo, la carrera musical de Zigor volvió bastante esporádica.

También en la zona de Elgoibar brotaría 6NEMEN9, quizás, junto a los tolosarras The Window Ventanas, el conjunto pop más suicida visto en la escena vasca. Resulta imposible encontrar otra banda más tocapelotas y anticomercial cantando en lengua vasca. 6NEMEN9 solamente grabaron dos maquetas, "6nemen9" (1994) y "Ertzetik" (1995), más un álbum redondo, "Pop-atic" (1998). Con su primera demo ganaron el célebre concurso de maquetas organizado por la emisora Euskadi Gaztea, pero tenían un nombre tan raro, unas portadas tan provocativas y unos títulos tan cínicos (en euskera, "popatik" puede significar "desde el lado pop" o también "a tomar por saco"), que aquel éxito inicial se esfumo. Tras editar su primer álbum, el grupo 6NEMEN9 se sepaofreciendo un único concierto de presentación. Sus canciones chocaban bastante con toda aquella onda post-rock que triunfaba en Euskadi a finales de los 90, pero temas como "Euskal mistikoak", "Aita ondoezik", "Errebantxa" o "Estanke ahaztua" son realmente brillantes (https://6nemen9.bandcamp.com). Solamente por escribir unas letras tan personales, podríamos afirmar que los 6NEMEN9, fueron una especie de Chucho euskaldunes. Posteriormente, varios miembros se enrolarían en bandas como Aterkings o Uler 600... ¡Pero eso ya es otra historia! 

Bajo el sello IZ debutaría también Saz Le Bolo, un curioso conjunto de pop euskaldun surgido en la zona de Oñati (Gipuzkoa). Su extrañísimo nombre proviene del famoso cuento infantil de Caperucita Roja. De hecho, escrito al revés, Saz le Bolo resulta "¡¡Zas, el lobo!!". Al principio, esta banda vasca arrancó siendo un dúo, pero acabo siendo un sólido cuarteto conformado por gente tan interesante como Bixen Mijangos (batería), Jabi Lazcano (vientos), Jon Azpiazu (bajo y voz) u Imanol Ugarte (guitarra y voz). Su primer disco, "Xurrumurruak" (1986), contenía siete hermosos cortes de pop melancólico, con claras influencias de la new wave británica. En su día, Saz Le Bolo llegaron a actuar varias veces en Euskal Telebista, la televisn vasca, en un añorado espacio musical presentado por un joven Kaki Arkarazo llamado "Popazoro", o en "Katu Kale". Ya no se hacen programas así... https://www.badok.eus/musika/saz-le-bolo-herri-giroko-pop-intimista-eta-modernoa

Una popular serie de animación de ETB (Euskal Telebista) escrita por el escritor vasco Bernardo Atxaga, inspiraría un disco alucinante, "Flannery eta bere astakiloak" (1986). Durante su grabación, el músico y compositor vasco Juan Carlos Perez tuvo el respaldo por sus compañeros del celebre grupo Itoiz (Jean Marie Ekai, Jose Garate "Foisis", Jimmy Arrabit o Andrej Olejniczak). Juntos lograron que un trabajo dirigido, especialmente, al público infantil resultase uno de los mejores artefactos sonoros editados jamás en País Vasco. Aunque la voz principal era la de Monika Arzuaga, los coros de JC Perez y su enorme talento pop lograría que temas como "Zapatari", "Apo armatua", "Ramuntxo detektibea" o "Astoak hipodromoan", apenas desentonen dentro de algún disco de Itoiz. Es más, la maravillosa "Kattagorriak Txinara", casi que parece la cara B del conocido hit euskaldun "Tximeleta reggae". 

Durante 19 años, los locales de Buenawista, un edificio ocupado en el paseo Casares del distrito donostiarra de Altza, dieron cobijo a decenas de bandas noveles de la zona de Donostia/San Sebastian (Gipuzkoa) como La Perrera, Barrakos, NCC, Borraska de Vino, Coprofagia, Ke putada, Falso Ilusion, Censura, Dead Movies, Discípulos de Dionisos, Why Not?, Ira et Decessus... Algunas de esas bandas, debido a su marcada calidad y personalidad rockera, alumbrarían el denominado moviemiento Buenawista Sound, obteniendo gran repercusión entre los aficionados a rock sudoroso, especialmente, fuera del País Vasco. En medio de aquel magma musical, tres jóvenes autodidactas decidieron crear su propia banda de rock, Jauko Barik (en euskera, Sin Patrón).  Primeramente, Haizea (batería), Itsaso (guitarra y violín) y Enara (bajo) grabaron una pequeña maqueta que deslumbraría hasta veteranos locutores estatales, como Jesus Ordovas, quien invitaría a las Jauko Barik a viajar a Madrid y actuar en vivo en los estudios de Radio 3, obteniendo una gran cobertura.  

El grupo Jauko Barik logro grabar y editar dos discos estupendos, dos CDs llenos de rabia e ilusión juvenil, "Jauko Barik" (2000) y "Bzzb... eta goxatu!" (2002). El primero contaba con una curiosa portada formada por un pañado de tenedores recogidos, uno a uno, durante las cenas de las giras que hacia este grupo gipuzkoano. En el segundo disco de Jauko Barik una portada colorada mostraba un alegre marioneta que baila con sus hilos rotos. Después de la disolución de Jauko Barik, la inquieta guitarrista Itsaso Gutierrez pasaría por varias bandas, como Keike o Xarma, antes de fundar su propio combo, ON, al lado de gente como el bajista Ekhi Vegas y el batería Ekaitz Vegas (exmiembro de Ekinocio). Esta formidable banda rock en euskera grabaría un par referencias ampliando el potente registro sonoro heredado de la etapa en Jauko Barik. Los dos discos, "On" (2012) y "Zein" (2014), derrochan rock melódico con intensas letras que abordan conflictos muy delicados, como son los malos tratos contra las mujeres, la bulimia o la represión de las presas de la cárcel de Saturraran. (https://onmusika.wordpress.com) En septiembre de 2018, tras haber actuado en Asturias, Madrid o Barcelona, la banda On se dispidio de la escena vasca dando un último concierto en Eibar (Gipuzkoa)... Zuzeneko taupadak!

La cantautora vasca Saioa es una de esas artistas que van por libre. Nacida en la villa de Legorreta (Gipuzkoa), sus primeras canciones bebía del indie folk norteamericano. Dentro de sus intimistas letras predominaban muchas metáforas que, inspiradas en la naturaleza, reflejando el universo emocional de esta elegante autora guipuzcoana. Saioa debutó con "Particular land" (2007), un breve trabajo con seis cortes que precedería al soberbio "Matrioska heart" (2008), cuyo diseño tenía la curiosa forma de una muñeca matrioska fabricada en cartón. Tras un largo parón musical, Saioa regresaría a la escena con “Natura" (2013), un álbum grabado íntegramente en euskera y algo más orientado a sonoridades pop gracias a la ayuda de músicos de la talla de Joseba Irazoki, Felix Buff, Jaime Nieto, Txus Aranburu, Igor Telletxea, Mikel Xedh o Iñigo Irazoki. En 2019, Saioa graba su cuarto disco, "Ateak" (2019), de nuevo en muy buena compañia, la de Felix Buff (bateria), Joseba Irazoki (guitarra) y el veterano técnico Iñaki De Lucas ( https://saioa.bandcamp.com )... ¡Otra delicia pop!

En la villa armera de Eibar, otra artista euskaldun ha hecho de la libertad musical su sello personal y creativo. La sin par Maite Arroitajauregi se dio a conocer tocando el violonchelo en grupos como Lisabö o Anari, pero, bajo el nombre artístico de Mursego, ha editado un puñado de discos donde trata de experimentar llevando el sonido clásico de su instrumento a terrenos pop novedosos y sorprendentes. Mursego ha logrado componer momentos irrepetibles dentro de la escena vasca y la suscitado la admiración de músicos estatales, como el genio asturiano Nacho Vegas gracias al poder de discos como "Bat" (2009), "Bi" (2010), "Mursegokeriak" (2013), "Hiru" (2013) o la banda sonora de la obra escénica "Mutu" (2018). Autenticas delicatessen pop que el oyente novel debería degustar sin prejuicios ( https://mursego.bandcamp.com )... ¡Inconfundible! 

En 2017, de nuevo bajo el sello Bidehuts, la inquieta Mursego presentaría "100% OION", un curioso disco donde esta artista colabora con los habitantes de Oion (Alava, Europa), una localidad vasca con un 25% de paro, veintitrés nacionalidades diferentes y algunos problemas de convivencia entre ellas. La idea principal de este curioso disco es intentar mejorar las condiciones de convivencia del pueblo y, con cariño, sacar a la luz la cantidad de rumores y estereotipos que se suelen generar. Algunos colectivos locales están implicados en el disco, como el colectivo de mujeres musulmanas, sus hijos e hijas, los profesores de la escuela de música, la gazte asanblada, el coro local, los auroros, varios músicos del pueblo o la asociación Bitartean jolasean. En el disco de Mursego, el oyente novel podrá escuchar una aurora dedicada a Oion, un coro de quejas ("Oion es como el Far West"), una canción tradicional árabe (con fragmentos en euskera) o una tecnojota.

La década de los 90 fue la edad dorada del sonido trikipop, donde la música tradicional euskaldun se fusionaba con sonidos más modernos. Nuevos conjuntos, como Alaitz eta Maider, Gozategi, Maixa eta Ixiar o Etzakit, proseguían la senda abierta por los veteranos Tapia eta Leturia, un popular dúo formado por Joseba Tapia (trikitixa) y Xabier Berasaluze "Leturia" (pandero). Tras renovar el circuito de las romerías tradicionales, Tapia y Leturia dieron un sorprendente giro, apartándose del folk y transformándose en una llamativa banda de rock. Tapia eta Leturia Band se reforzó incluyendo a respetados rockeros vascos como Mikel Artieda, el guitarrista Jose Alberto Batiz o Fernando Leiza. Sus dos discos, "Tapia eta Leturia Band" (1995) y "Ero" (1997), son una alocada y divertida mezcla de triki-pop, rock y rap y algunos temas, como “Galdurikan nago”, disfrutaron de un gran éxito en el País Vasco. Después, el dúo Tapia eta Leturia regresaría de nuevo la senda del folk y de las romerías festivas. 

En la misma época del estallido del trikipop, en la zona de Nafarroa, cogieron mucha fuerza las luchas a favor de la insumisión al servicio militar español y las acciones ecologistas en contra de la construcción de un pantano gigante en Itoiz (Navarra). Koiuntura, una peculiar banda folk navarra, hizo las delicias de los aficionados a los cantos comprometido y solidario. Los miembros de Koiuntura llenaban su furgoneta y solían salir de gira por toda Euskal Herria, actuando en bares o en la propioa calle, sin escenario, puesto que esto les resultaba más cómodo. Las canciones de Kointura gozan del sentir las palabras y de la musicalidad de la poesía en euskera y castellano. Solo por haber compuesto una joya como "Presoen ametsak" ya merecen estar dentro de estas páginas. La banda navarra tenía el deseo firme de poner música a todas sus inquietudes, acercando la poesía hasta las luchas cotidianas y populares. El legado de Kointura son cuatro discos, muy cucos, "Días turbios" (1991), "Askatasunaren haizea" (1992), "Eguzki begiratuz" (1994) y "Itoiz bien vale un cable" (1996). Como curiosidad, un grupo punk de Cerdeña llamado Tzoku llegaría a versionar una de las canciones de Kointura en lengua sarda ("S´ardore popolare").

Miren Aranburu, una actriz y cantante de Lazkao (Gipuzkoa), brilla como una magnética perla entre el jazz y pop más experimental. Miren debuto siendo muy joven gracias a "Lehertu da" (1977), un disco enmarcado dentro de la canción protesta de los años 70. Tras conocer al saxofonista Jean-Louis Hargous, Miren se inclino hacia el jazz, pero su primer disco "Etorkizunaren memoria" (1996), apenas tuvo repercusión fuera de los circuitos jazzisticos. Aun así, Miren y Jean-Louis decidieron continuar adelante distribuyendo a través de internet su siguiente álbum, "Bioleten negua" (2000). Para no dejar ese disco perdido en la red digital, Miren Aranburu se puso en contacto con el sello Gaztelupeko Hotsak, que aceptó reeditarlo bajo otro titulo, "Gorri isila" (2002). Su siguiente trabajo fue el disco "Lorategi hibridoan" (2005), que lucia como portada un cuadro pintado por la propia Miren.  

Tras la muerte del dictador Franco, un montón de conjuntos vascos se subieron a los escenarios con ganas de recobrar la ansiada libertad expresiva. Entre 1975 y 1980, antes que el tsunami punk arrasara con todo, el folk progresivo y el rock sinfónico fue la vanguardia sonora de la escena musical del País Vasco. Curiosamente, el hecho de apostar por cantar en euskera, una lengua minorizada, es la causa que ha posibilitado que bandas como Sakre, Koska, Lisker, Haizea, Itziar, Kemen (“Ez, ez, ez”), Izukaitz o Enbor, no hayan caído el olvido, como el legado artístico de decenas de conjuntos sinfónicos estatales en aquella agitada época postfranquista, con la incansable lucha contra la construcción de central nuclear de Lemoiz (Bizkaia) como trágico telón de fondo. "Hace unos pocos años veía que todo el pasado musical se diluía por el efecto del tiempo y se quedaban en casa muchos recuerdos que quizá podrían ser interesantes para esa gente que quiere hurgar en el pasado próximo e investigar qué se hacía y quizá hasta por qué se hacía. Entonces decidí compartir recuerdos que tenía en casa a través de un blog en internet. Digitalicé por mi cuenta mis viejos discos y los puse a disposición del curioso de turno... Y mira por dónde, al poco tiempo, Ruper Ordorika versiona el tema "Garraztasuna" de Koska y el sello Elkar anuncia que va a reeditar algunos de aquellos viejos  discos de los años 70"

Cuando canción protesta estaba en su momento más álgido, el grupo Haizea refrescó el ambiente del agitado País Vasco con un sonido folk y unas letras bastante más poéticas que las de sus coetáneos, todo subrayado por las voces dulces de Amaia Zubiria y Txomin Artola. En su primer disco, "Haizea" (1977), esta banda gipuzkoana consiguió un cierto éxito, que posibilito la edición de su segundo trabajo, "Hontz Gaua" (1979), considerado una joya entre los aficionados a la psicodélica musical y progresiva de los años setenta. Izukaitz fue otro grupo destacado dentro de aquel folk progresivo euskaldun. Tras editar el disco "Izukaitz" (1978), esta banda vasca grabaría "Otsoa dantzan" (1980), un trabajo mucho más maduro y complejo. Después, los músicos Fran Lasuen y Bixente Martinez pasarían a formar parte de los celebres Oskorri, editando con ellos bastantes discos y saliendo de gira por medio planeta.

Por su parte, el grupo Sakre, mostraba un sonido rock bastante más duro y menos folk. Sus miembros estaban metidos de lleno en la moda del rock sinfónico de la época e, inspirados por algunas obras conceptuales de cierto éxito en su momento, decidieron componer un disco formidable titulado "Bizitako gauzak" (1978). Fue un trabajo grabado muy rápidamente, en una sola toma, en un estudio con una mesa de cuatro pistas. El álbum de debut de Sakre estaba compuesto por dos suites, una suite por ambas caras del vinilo, en cara A y en cara B. Todas las canciones narraban la compleja historia de un hombre desesperado y abordaban las cosas que tenía que hacer para poder sobrevivir en el mundo. En 1980, tras la disolución del grupo Sakre, varios de sus componentes pasarían por las filas de otros conjuntos vascos, como Klabelin Komik, los festivos Egan o Basakabi. 

Enbor fue un grupo setentero formado en Bilbao (Bizkaia) que sorprendió a todos, muy gratamente, por su atrevida remezcla de folk, jazz y rock psicodélico (muy presente en su primer álbum).Los miembros de Enbor se animaron incorporar saxofones, clarinetes bajos y flautas a sus composiciones rockeras, editando dos discos que son dos auténticos tesoros para muchos coleccionistas de vinilos, "Enbor" (1979) y "Katebegiak" (1980). El segundo disco de Enbor es bastante más progresivo que el primero, tiene menos arreglos vocales y menos coros. Por ejemplo, la cara A del disco "Katebegiak", es una flipante suite de diecisiete minutazos que daría título a todo el álbum. Otra de esas hermosas perlas brotadas del folk progresivo setentero vasco fue el grupo Itziar, quien tomaba su nombre del nombre de su vocalista principal, Itziar Egileor. Esta banda euskaldun editó un fantástico disco homónimo, "Itziar" (1979), también muy deseado por los coleccionistas del género, ya que en su interior se esconden un puñado de piezas muy íntimas, adornadas con flautas y toques de mellotrón, cuyos ecos sonoros recuerdan a otros trabajos de míticas bandas vascas, como los primeros discos de Itoiz.

También Koska fue una banda pionera dentro del rock euskaldun. El grupo nac gracias a los componentes más jóvenes de Expresión Sonora, un grupo de verbenas que duró de 1969 a 1971. Sus componentes eran unos aficionados casi autodidactas, unos tipos que aprendieron copiando directamente de los discos, con poco o ningún conocimiento musical previo. Expresión Sonora lograron cierto éxito local gracias a su animado repertorio de temas escogidos del rock anglosajon. Eran temas poco conocidos, pero gustaban mucho a la gente más joven de su época. Muchos vascos conocirton a The Beatles, The Animals, Rolling Stones, The Kinks, The Who través de sus versiones. Pero hacia el año 1974, hubo un gran cambio social en Euskadi. Justo cuando nace el grupo Koska, abrieron sus puertas las primeras discotecas y los bailes populares con orquestas y grupos en directo decayeron. Koska actuaron sobretodo en festivales, compartiendo escenarios con otros grupos de rock o con grupos vocales vascos, como Oskarbi, el dúo  Xeberri y Mendibil o el conocido cantautor Imanol. El poco dinero que ganaban se lo gastaban en el equipo de música, los gastos de viajes, la furgoneta, la comida, los instrumentos… Como pasa ahora, la mayoría de las bandas de rock euskaldunes ni vivían de ello, ni ganaban lo suficiente, pero ligaban y disfrutaban mucho.

Aunque los chavales de Koska habían crecido escuchando el rock de la llamada British Invasion, sin dejar de lado esa influencia, empezaron a hacer versiones en euskera de Jethro Tull, John Mayall, Cream, Vanilla Fudge, Jimmy Hendrix o Pink Floyd. "Yo no sabría explicar qué nos influenció más, pero, en el segundo disco de Koska, se nota cierta complejidad en las estructuras de las canciones. Seguramente, es algo que vino de vivir en una época donde se hicieron propuestas musicales tan dispares. Al fundar Koska dimos  el salto a componer canciones propias y, también, a cantar letras en nuestra lengua. Todo esto coincidió con que algunos estábamos terminando magisterio y empezamos a aprender euskara. Antes de entrar a grabar, estuvimos un tiempo actuando bajo el nombre de Koska y fue en esos primeros años cuando buscamos nuestro sonido, modelando la base del repertorio. Recuerdo que todas nuestras versiones ya tenían letras adaptadas al euskara. Esas letras nos las pasaba Antton Aranburu, que era maestro en una ikastola de Elgoibar". 

El estupendo primer disco de Koska, el homónino "Koska" (1976), fue grabado en un estudio madrileño, pero obtuvo gran éxito en EuskaL Herria teniendo en cuenta lo limitado que era mercado musical en aquella oscura época marcada por la censura y represión postfranquista. El siguiente trabajo discográfico de Koska sería "Bihozkadak" (1978), un álbum grabado en un estudio en Donibane Lohizune (Lapurdi) y que derrocha unas buenas dosis de rock progresivo con letras en euskera cargadas de compromiso social. "El primer disco de Koska se publicó en 1976. Lo grabamos en Madrid a principios de julio. Recién vueltos desde Madrid, esperábamos atentos y con ilusión cuándo se oiría nuestro disco en las emisoras de radio". Koska fueron parte de una sociedad que demandaba grandes cambios. Fueron parte de una generación de artistas vascos que rompieron con la barrera mental que decía el rock no era música vasca. Al menos en Hegoalde, en aquel cálido y sangriento verano del 1976, Koska y Errobi fueron dos de los primeros grupos que presentaron su atrevida fusión rock y euskera por unas ondas de radio

En la zona de Eibar (Gipuzkoa) brotaría otra gran banda rock vasca. Lisker fue fruto de la unión de dos conjuntos locales. Por un lado, estaban Ernesto Gómez (guitarra y voz) y Javier Zabala (bajo), quienes provenían del grupo Jeiki, un combo de folk intimista. Por otro lado, estaban Julián Alberdi (guitarra) y José Salado (batería), dos músicos provenían de Zima, un grupete de rock garagero y adolescente con toques progresivos. Por todo ello, las influencias musicales del grupo Lisker fueron muy, muy amplias, e iban desde los discos de Eric Clapton a Jimmy Hendrix, pasando por las obras de Soft Machine, King Crimson, Crosby Still Nash & Young, América, Bob Dylan, Leed Zeppelín, Mikel Laboa, Xavier Lete o el gran Benito Lertxundi. Tras a ganar un premio de un certamen musical, los chavales de Lisker lograrían grabar, por fin, su primer álbum, "Lisker" (1979). Por desgracia, como a centenares de grupos vascos más, la obligación de dejarlo todo para cumplir forzosamente con jodida la mili (el servicio militar español) trastocó completamente la carrera musical de Lisker. Tras sufrir varios cambios en la formación, esta banda setentera vasca abandonaría el rock & roll, reciclándose como respetado grupo de verbenas durante varios lustros... Biba zuek!


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